AJEDREZ, ¿JUEGO O DEPORTE?
Investigación por Edén López Martínez
Médico especialista en medicina de familia
Presidente club de ajedrez “Carlos Torre”
Suchiapa, Chiapas, México.
"El ajedrez expresa el sutil equilibrio del célebre lema 'Mens sana in corpore sano'" Kirsan Ilyumzhinov, presidente de la FIDE
Recientemente tuve una interesante discusión con un amigo que visitó mi página de internet quien me comentaba que para él nuestro deporte no lo era en sí ya que no se ejercitan los músculos ni se queman calorías. Peor aún resulto el artículo publicado por un ignaro periodista de "el norte de Castilla", en España, quien sin fundamentos atacó este concepto tildando de ignorantes, cuando el ignorante es él, a las personas que tenemos la idea. Me di a la tarea de investigar en mi pequeña biblioteca personal sobre datos que avalen la calidad del ajedrez como deporte. Encontré un artículo de Leontxo Garcia titulado ¿Es el ajedrez un deporte? En el fascículo 10 de “La pasión del ajedrez” donde el autor aporta datos exactos que avalan la tesis de que el ajedrez sí es un deporte. Quiero compartirlo con todos ustedes para que tengamos bases al referirnos a nuestro deporte.
Investigación por Edén López Martínez
Médico especialista en medicina de familia
Presidente club de ajedrez “Carlos Torre”
Suchiapa, Chiapas, México.
"El ajedrez expresa el sutil equilibrio del célebre lema 'Mens sana in corpore sano'" Kirsan Ilyumzhinov, presidente de la FIDE
Recientemente tuve una interesante discusión con un amigo que visitó mi página de internet quien me comentaba que para él nuestro deporte no lo era en sí ya que no se ejercitan los músculos ni se queman calorías. Peor aún resulto el artículo publicado por un ignaro periodista de "el norte de Castilla", en España, quien sin fundamentos atacó este concepto tildando de ignorantes, cuando el ignorante es él, a las personas que tenemos la idea. Me di a la tarea de investigar en mi pequeña biblioteca personal sobre datos que avalen la calidad del ajedrez como deporte. Encontré un artículo de Leontxo Garcia titulado ¿Es el ajedrez un deporte? En el fascículo 10 de “La pasión del ajedrez” donde el autor aporta datos exactos que avalan la tesis de que el ajedrez sí es un deporte. Quiero compartirlo con todos ustedes para que tengamos bases al referirnos a nuestro deporte.
En el citado artículo se menciona que Anatoli Kárpov ha llegado a perder 10 kilos de peso durante una competición. Está demostrado que el sistema nervioso y el cardiovascular sufren un serio desgaste en los torneos de élite. Casi todos los astros del tablero cuidan su preparación física. Pero esos argumentos no convencen a todo el mundo de que el ajedrez sea un deporte. Lejos de ser bizantina, la discusión tiene claras derivaciones prácticas. Salvat ha tenido acceso a un minucioso informe presentado por la Federación Internacional (FIDE) a Juan Antonio Samaranch, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), para convencer a este organismo de que el ajedrez debe ser incluido en los Juegos Olímpicos.
Uno de los descubrimientos más curiosos del autor, Max Iclicki, es que el COI no dispone de una definición precisa de la palabra "deporte". Samaranch lo confirmó durante sus visitas a la sala de prensa del Campeonato del Mundo de la FIDE de 1998, cuya sede fue el Museo Olímpico de Lausana (Suiza): "Una de las consecuencias más positivas del proceso abierto para decidir si el ajedrez se incluye o no en los Juegos Olímpicos es que tendremos una excusa idónea para definir por fin lo que es el deporte".
Otra paradoja es que el ajedrez cumple con creces las condiciones exigidas a los deportes que quieren ser olímpicos. Por ejemplo, deben ser practicados en al menos 75 países de cuatro continentes por los hombres y en 40 de tres por las mujeres. La FIDE contaba con 156 países afiliados cuando Iclicki terminó su trabajo (noviembre, 1997); la última Olimpiada de ajedrez (Yereván, Armenia, 1996) acogió a 114 equipos masculinos y 74 femeninos, de los cinco continentes. De hecho, el COI ya ha acogido a la FIDE en el llamado "Movimiento Olímpico" donde figuran el golf y el rugby, entre otros deportes, tras comprobar que se cumplen a rajatabla las normas de no discriminación por cuestión de raza, religión, sexo, etc.
Tampoco se aprecia ningún choque con los principios fundamentales del Olimpismo, de los que el segundo parece redactado pensando en el ajedrez: "El Olimpismo es una filosofía de la vida que exalta y combina en un conjunto equilibrado las cualidades del cuerpo, de la voluntad y del espíritu. Uniendo el deporte a la cultura y a la educación, el Olimpismo quiere crear un estilo de vida construido sobre la alegría en el esfuerzo, el valor educativo del buen ejemplo y el respeto de los principios éticos universales".
La discusión no es baladí porque el reconocimiento del ajedrez como deporte conlleva claras ventajas prácticas. En el Reino Unido no lo está, a pesar de que Inglaterra tiene uno de los mejores equipos del mundo y ha ganado varias medallas; en consecuencia, los periódicos no tienen muy claro dónde colocar las noticias del juego-ciencia, que aparecen en las secciones de Nacional o Internacional según dónde se juegue el torneo. Eso influye negativamente en la cobertura general. Por el contrario, cualquier lector español sabe que las noticias de ajedrez vienen en la sección de deportes y que la Federación Española de Ajedrez depende del Consejo Superior de Deportes. En Alemania la duda se resolvió con un debate en las dos cámaras del Parlamento, cuya decisión fue muy favorable: el ajedrez es un deporte, los clubes están exentos de impuestos, y los mecenas también.
Los argumentos
Los argumentos
Samaranch lo dejó bastante claro en sus conversaciones informales con periodistas: aunque hay 98 países que reconocen al ajedrez como deporte (37 europeos, 17 americanos, 18 africanos y 26 de Asia-Oceanía), la FIDE tendrá que realizar un gran esfuerzo para convencer a los demás de que se equivocan. No le faltarán argumentos de peso: el ajedrez es practicado como deporte por muchos millones de personas esparcidas por todo el mundo, implica un indiscutible factor competitivo, está organizado como un deporte (federaciones internacionales, nacionales y regionales, reglamento claro y estricto, árbitros, resultados, ránkings, entrenadores, etc.), la suerte apenas influye en el juego, y su práctica no depende esencialmente de ningún artilugio mecánico.
Sin embargo, falta por aclarar si una actividad debe implicar esfuerzo físico para ser considerada como deporte. En caso afirmativo, los argumentos en cuanto al ajedrez existen, pero son indirectos, aunque tienen tanto o más peso que los que puedan usarse para algunos deportes, como el tiro olímpico: el tirador apenas gasta energía física en el preciso momento de la competición pero sí debe entrenarse rigurosamente para que su sistema nervioso esté en perfectas condiciones.
Es una evidencia que, salvo raras excepciones, los ajedrecistas de elite se toman muy en serio su
preparación física. Sobre la base de que una partida de alta competición dura con mucha frecuencia más de cinco horas, y sin olvidar que los torneos profesionales se prolongan durante dos o tres semanas en medio de una gran tensión, incluso puede afirmarse que -en igualdad de conocimientos técnicos, capacidad creativa y control de los nervios- el jugador bien preparado físicamente se impondrá al que no lo esté. Por tanto, queda claro que, de los diferentes elementos que podrían utilizarse para definir lo que es deporte (fuerza bruta, velocidad pura, coordinación muscular, etc.) el de la resistencia a la fatiga es el único que interviene en el ajedrez de forma indiscutible. Con ese razonamiento, se puede concluir que el ajedrez es un deporte incluso si el esfuerzo físico resulta esencial para que una actividad sea conocida como deporte.
Los experimentos
Se han realizado varios experimentos científicos -el informe de Iclicki recoge los resultados de algunos- para demostrar esa deducción teórica con hechos y datos muy concretos. El profesor Xavier Sturbois, de la Unidad de Educación Física de la Universidad de Lovaina (Bélgica), dirigió un experimento preliminar cuyos conejillos de indias fueron el gran maestro Mijaíl Gurévich y un jugador de nivel medio, Richard Polaczek, conectados por cables a diversos aparatos mientras disputaban partidas rápidas. Aunque Sturbois indica que la clara diferencia de categoría entre ambos distorsiona los resultados, éstos ofrecen indicios significativos. Por ejemplo, la tensión arterial de Polaczek pasó de 12/8 a 15,5/9 justo cuando la posición se tornó muy delicada para él; en ese mismo momento las pulsaciones subieron de 75 a 91 por minuto. Por el contrario, Gurévich experimentó variaciones más pequeñas. Unos meses más tarde, el mismo profesor realizó otro experimento con sujetos más adecuados: seis aficionados varones de entre 20 y 24 años. Y los resultados fueron más llamativos. Así, el ritmo cardíaco de dos de ellos al terminar estaba entre las 140 y 150 pulsaciones; curiosamente, ambos perdieron la partida en cuestión. En esa parte del informe, Sturbois resalta: "Uno de los sujetos registró una salva de movimientos extrasistólicos al sufrir un ataque violento y repentino de su adversario".
Tras ofrecer un cuadro comparativo de los resultados en el que se advierten ritmos cardíacos muy elevados (192 y 180 pulsaciones en dos de los jugadores) durante los momentos más tensos de las partidas, Sturbois señala: "Se ve un consumo muy pobre de grasas pero muy alto de hidratos de carbono con aparición concomitante de fatiga. (...) El ajedrez, en su modalidad de partidas rápidas, tiene sensibles repercusiones ortosimpáticas que ponen a prueba el sistema nervioso, el hormonal y el cardiovascular". Y concluye: "Las nociones reseñadas de estrés nervioso, estimulación cardíaca, contracción física y competición sin influencia de la suerte constituyen argumentos para que el ajedrez sea admitido en el ámbito de las actividades deportivas".
Aún más completa fue la investigación realizada en la cátedra de ajedrez del Instituto de Cultura Física de Moscú por la estudiante de 4º curso T.N. Gladischeva, supervisada por el doctor en medicina V.B. Balkine, en 1987. En el apartado "El carácter específico de la actividad profesional del ajedrecista", se diseccionan con todo detalle muchos elementos para demostrar que los jugadores de alta competición deben cuidar mucho su preparación física.
"El esfuerzo mental sin movimientos musculares y con excitación del sistema cardiovascular puede provocar serios problemas psíquicos. Se conocen casos en los que el peso de los jugadores ha disminuido entre 4 y 8 kilos durante un torneo importante. En otros casos, los jugadores han experimentado cambios fisiológicos: desarrollo de la taquicardia, contracciones que aumentan hasta las 145 pulsaciones y tensión arterial que sube entre un 20% y un 30%", señala el informe. Y añade: "Debe resaltarse la tensión psicoemocional que aparece durante la partida. La inquietud y una gran tensión emocional forman parte de la mayoría de competiciones deportivas, lo que influye desfavorablemente en el rendimiento. Cabe preguntarse cuál es la diferencia entre la tensión emocional de los ajedrecistas y la de otros deportistas. Y la respuesta es simple; en la mayoría de los deportes, esa tensión está acompañada de un esfuerzo físico que protege al organismo del estrés, principal provocador de la tensión emocional".
Tras destacar que los entrenamientos cada vez más rigurosos, la elevación del nivel de juego y el aumento del número de torneos ha provocado que los ajedrecistas pasen "de un estrés emocional a una hipertensión psíquica", Gladischeva concluye: "Está claro que el éxito en un torneo no depende solamente del nivel puramente deportivo del jugador sino también del estado general de su organismo (...). El ajedrez de alta competición necesita un control médico (...). Nuestras observaciones demuestran la importancia del ejercicio físico antes y después de la partida".
No menos interesante es el experimento del alemán Helmut Pfleger, gran maestro y doctor en medicina, durante el Campeonato de Alemania por equipos de 1979. Uno de los resultados más curioso fue éste: "Antes de la partida, varios jugadores mostraron signos evidentes del conocido síndrome que afecta a muchos deportistas justo antes de la competición. Es decir, la presión sanguínea y el ritmo cardíaco eran similares a los de un velocista de atletismo cuando espera el disparo inicial".
Pfleguer aporta otras conclusiones muy significativas: "La frecuencia del pulso cardíaco era directamente proporcional al grado de complicación de la partida, a los apuros de tiempo (se llegaron a registrar 200 pulsaciones) y a la importancia de la próxima jugada del adversario. Por otro lado, la perspectiva de una victoria cercana se traducía en un pulso calmado, mientras el del adversario se aceleraba por la visión de una derrota ineludible. En general, el modelo de frecuencia cardíaca en un ajedrecista de torneos es similar al de un piloto de ala delta".
Todos los experimentos citados permiten deducir que la práctica profesional del ajedrez de alta competición implica un considerable desgaste físico. Sin embargo, el Comité Olímpico Internacional ha mostrado su preocupación por el cisma que afecta al ajedrez: dos campeones del mundo, dos organismos internacionales -la FIDE y el Consejo Mundial (WCC), que ha sustituido a la Asociación Profesional (PCA)- y una guerra entre ambos. Samaranch lo expresó con claridad cuando se dirigió al ruso Kirsán Iliumyínov, presidente de la FIDE, durante la clausura del Mundial en Lausana: "Usted ha hecho mucho por el ajedrez, por el deporte y por su país. Pero aún le queda algo esencial por conseguir, para lo que contará con el apoyo total del COI, reunificar el ajedrez". Pero esa es otra historia.
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